Habana – Guanabo

Hay dos maneras de salir de casa: con audífonos o sin audífonos. Cuando uno anda por el mundo, audífonos mediante, es porque poco o nada quiere escuchar que no sea ese terrible playlist en el que no falta, para variar, Melendi con su acaramelado Jardín de Blancanieves (Tu jardín con enanitos) o el más movidito Estopa, con su “estoy como un vino tinto” (ellos explican dos versos después qué significa). Hay una tercera manera de salir de casa: con los audífonos al oído, y el botón de pause en tu teléfono. La señal es simple: quieres escuchar al mundo, pero no quieres que el mundo te note a ti. Y así llega uno el sábado en la mañana a la parada de los taxis hacia Guanabo. El día antes, el Consejo de la Administración Provincial (CAP) de La Habana había decretado el fin del jolgorio con los precios de los taxis colectivos. “Congeladlos”, dijeron, “y si alguien osara descongelarlos, retiradle la licencia”. Añadieron un número para actos espontáneos de denuncia y se fueron a dormir, no sin antes dejar un grupo de inspectores debidamente movilizado.

Dicen los del CAP que no habían motivos para subir los precios. Dicen los del CAP, que no mienten, pero tampoco cuentan toda la verdad, que los precios del petróleo y la gasolina seguían igualitos, dicen que los impuestos estaban en los mismos porcientos. Olvidan los del CAP, oportunamente, que los taxis de La Habana se mueven gracias a los precios del combustible en el mercado negro, y que si los precios habían subido, porque habían recortado las asignaciones en las empresas, porque había falta de portadores energéticos en el país, porque Venezuela no estaba mandando la misma cantidad a Cuba,  -cosas todas de las que nos enteramos por Murillo- entonces el negocio no daba. Podría darse el caso de que el sector privado en Cuba, tan socialista, asumiera las pérdidas. O podría darse el caso de que el sector privado en Cuba, como cualquier sector privado en otro lugar del planeta, hiciera lo que mejor sabe hacer: pasar las pérdidas al prójimo.

Este sábado, mientras más de treinta personas esperaban por los taxis de precios congelados, un pisicorre-amarillo-pollito (cambiémosle el color para no usurpar el trabajo de los inspectores) parqueó en la ruta de Guanabo. Dijo que dos cuc. El buquenque, tan obediente, le pidió que parqueara en otro sitio, que esa música desafinada no era buena para el negocio. El buquenque obediente gritó que había un carro a dos cuc, pero que no había que cogerlo, porque el precio oficial era un cuc El buquenque obediente no había terminado de largar su discurso cuando el pisicorre-amarillo-pollito estaba repleto de pasajeros. 

Dos cuc a Guanabo. Punto.

El chofer del pisicorre-amarillo-pollito tiene déficit de cuello, unas gafas Rayban, las manos toscas y una camiseta verde. El chofer dice un “atiendan para acá todos” y los pasajeros casi se ponen en firme en los asientos. Lo que sigue, es sublime, por ridículo. Lo que sigue es la subversión del poder, la complicidad entre pasajeros y chofer para desafiar a la institución que pretende proteger al pasajero. Lo que sigue es el chofer diciendo que “aquí todo el mundo está grandecito y que el carro es a dos cuc pero tienen que decir uno si nos para un inspector, porque lo que deberíamos hacer todos los choferes es parar los carros de toda La Habana a ver qué van a hacer ellos”. Uno adivina que ellos son el CAP, o alguien encima del CAP. Pero no se sabe con certeza.

Los pasajeros -a quienes había protegido la ley el día anterior- replican que tiene razón, que el que tenga los dos cuc que pague el carro, que lo que debería hacer el Estado es poner más guaguas y más transporte público en vez de andar congelando los precios de los almendrones. Entre los pasajeros hay dos que se quedan en Marazul. Uno dirá, a mitad del camino, que aquí solo viven bien tres grupos de personas: los locos, los borrachos y los dirigentes. El otro dirá que ha viajado, que tuvo la oportunidad de estar en Miami, y cuando le pregunten que qué hace en Cuba, responderá que le gusta su país, aunque los almendrones cobren dos cuc hasta Guanabo. El chofer le preguntará si es comunista y, sin esperar respuesta, le dirá que si es comunista debe pagar 5 CUC en vez de dos.

A las alturas de Alamar otro pisicorre-verde-fosforescente se cruzará con el nuestro y en tono de sorna gritará: “Guanabo a dos”. El chofer con déficit de cuello responderá de vuelta: “¿Tú estás doco? Guanabo a un cuc”. Las carcajadas inundarán el carro. Faltará la mía, si río, será fácil adivinar que la música está en pause. Los choferes de los pisicorre se gritarán uno al otro: “Viva Fidel, pinga” y “Qué viva la Revolución”. Los asientos traseros serán un hervidero de carcajadas. El primer pasajero que se baje en Marazul, el mismo de la teoría de las tres clases de personas que viven bien en Cuba, pagará sus dos cuc en billetes de a uno, y le dirá al chofer que “gracias, compadre”, que vire por la tarde a recoger, “a dos cuc” y que de no ser por él, habría tenido que terminar poniendo su sombrilla de playa en el Malecón. Uno a uno cada pasajero abonará el precio pactado sin chistar. Yo soy la última. Saco una moneda y un billete. El chofer girará en La Conchita. Dos segundos después, lo sentiré gritar: “Habana, a dos cuc”. 

8 Comments

  1. Como siempre el gobierno botando el sofá y sin solución el problema El pueblo es quien paga la ineficiencia ya sean los usuarios como los taxistas y los verdaderos culpables del desastre nunca dan la cara , aquí si se cumple aquello del bando de los buenos y de los malos pwro la careta de los buenos ya hace rato que se les cayó

  2. Pués mire ud profe que antes de depositar este comentario,me di la tarea de escuchar esa musica incidental que trae este post (me refiero al tal Estopa y la otra de Blancanieves) y la degusté mientras leia.
    Es curioso que, en los tiempos anteriores al Chavismo venezolano,de Cuando un selecto y aun más reducido grupo en el podér (o en sus alrrededores) robaban a manos llenas,todo ocurria en un período al que se conoce como CAP,por las siglas del etérno presidente Carlos Andrés Pérez.Ahóra resulta,que quienes tienen que «velar» por cuidarle el dinero a los cubanos se nombran CAP y funcionan en buena medida, a partir del(precio) petróleo del país de marras,curioso,cierto?.
    Por estos tiempos,el precio del crudo (hablando como en el NTV) ha caido taaanto,que ISIS no tiene más remedio que venderselo a Ergodan (presidente de Turquía) por el precio de una caja de laguers (nacional) en el Bim Bom,18,40 y Venezuela,en medio de su decadencia que ya Roza en la mendicidad (se les ha abierto puntos en la frontera con Colombia para que el Pueblo venezolano hagas sus compras, que incluye desde medicinas hasta papél higiénico) es el mejór de los ejémplos.Entónces queda la interrogante: «Como es posible que ahóra que el petróleo está «a todo por un dolar» y que el aumento del turismo ha despuntado significativamente,el estado cubano no sea capáz de mantener las compras básicas del crudo para echar a funcionar el país??????..Hay de verdád tanta pasmadera???..No tienen balas ni pá eso???..eso no se lo crée ni el chino de Zanja que come hierba.
    Mi teoría:El que viene de Venezuela,se usa para lo esencial( hospitales,unidades militares,medios de información y pto cero) y el que «sobra» por no considerarse esencial (tu casa y la mia,tu almendron y el mio ,tu parque y el mio)…..se revende!!!.Un saludo profe.

  3. O podría darse el caso de que el sector privado en Cuba, como cualquier sector privado en otro lugar del planeta, hiciera lo que mejor sabe hacer: pasar las pérdidas al prójimo.

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    No, realmente en otro lugar del planeta se le dice, pasarle el costo al consumidor, lo que en otras partes del planeta el consumidor recibe un aumento salarial anual + el bono del mes y el de fin de año.

  4. Lo que no te dicen los CAP, es que la mayorias de las piezas de refacciones hay que mandarlas a comprar en la Florida, + el costo del envio, transporte y aduana, independientemente del combustible de contrabando, que el que te otorga el gobierno no alcanza, y mientras mas escaso y dificil se ponga, mas caro se pondran lo pasajes.

  5. «medidas para defender al usuario» supongo que el usuario a estas alturas del partido (6 decadas) ya habra tenido suficiente experiecia acumulada como para decirle al gobierno «no me defiendas mas compadre, yo me defiendo solo»

  6. Se llama oferta y demanda.. nada mas.

    Si usted pone techo a precios con el fin de proteger a los usuarios tiene que tener el cuenta que el techo tiene que resultar rentable para el que oferta el servicio.. si no lo tiene en cuenta lo que logra es.. mercado negro y un usuario mas desamparado porque en el mercado negro tanto vendedor como comprador estan contra la ley, ergo, no hay garantia ninguna.

    Dejad ya de pensar que quien ofrece un servicio tiene que ser de alguna manera altruista o socialmente responsable…

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