Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos…

(Con el permiso de Neruda)

Por: Dayán García La O (especial para La polémica digital)

El viejo dominó de cada dia
El viejo dominó de cada día

Viejos caminos. Otra vez la pelea con este laberinto que es el tiempo, sus segundos, sus minutos, y todo aquello que logre recordarnos que amanece y oscurece repetidamente. (Qué dramático) Hace varios días estuve en el Festival Interaños de Deportes de la Facultad de Comunicación de la UH, lugar donde “estuve matriculado” los cinco años universitarios.

Caras nuevas muchas, rostros conocidos, antiquísimas reliquias egresadas de ese centro de estudios, los de siempre, de las peñas, del ron y las cervezas. Nada de nostalgia, no hizo falta. Allí estábamos todos tras un mismo objetivo, conocer, bailar, bañarnos en la piscina y ver en tanga a las chicas de los jeans de siempre, como diría un amigo. No hablo del deporte porque aun me duele el cuerpo después de que los graduados nos proclamáramos flamantes campeones del torneo de voleibol, demostrando que a pesar de esas barrigas anexadas al título, sobra “coraje” y ganas de impresionar a las féminas. Eso, mejor olvidarlo.

Ruth que no se pone vieja y corre como una gacela, un novato que vuela al estilo Usain Bolth, patadas por doquier en el fútbol y el estilizado sol que estaba en todas partes haciendo de la suya, fueron observados por los cazatalentos para entrar a las filas paralímpicas feconianas, mientras, “nosotros, los de entonces”, en una hora teníamos números de teléfonos, fijos y celulares (muy a tono con la era micky de FCOM), instantáneas comprometedoras y direcciones particulares.

A pesar del sol...
A pesar del sol...

¡Juventud, divino tesoro!, le escuche decir a un sesentón que pasaba por la calle y quedó hipnotizado con tantos años menos reunidos en la piscina, moviendo la cintura a ritmo de un regueatón cualquiera, de esos que estimulan los reflejos pero maltratan los oídos.
¿Quién me vio y me ve? Lo digo por eso del maltrato del “sonoro” ritmo.

Fue muy bueno compartir ese espacio, desde otra posición, desde una frontera que lucha por separarnos de nuestras raíces con balas de coberturas, reuniones o cualquier principio burocrático. Por suerte, muchos no han dejado de ser “universitarios” y se aferran al regreso, aunque después duelan los huesos y nos quede el sabor amargo de entender que “nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”.

6 Comments

  1. Los interaños eran –veo que siguen siendo– el mejor momento para hacer alegremente el ridículo. Aún recuerdo mis incursiones en el volleyball, o en el basket. Menos mal que la «muela sin vallas» se me daba mejor, porque de lo contrario a esta altura seguiría soltero.

  2. la nostalgia no se me pasa, aún ahora que me he aferrado a la casita de G y 23 hasta con las uñas, pero no es lo mismo, y en mi caso, ha costado mucho adaptarse. Fue para mí, la estancia de 5 años en FCOM, el mejor largo recuerdo!!! No lo fue el pre, tampoco la secundaria, fue allí, con los amigos de todos los días… Lo extraño mucho y ya hace más de un año que «dejé» de ser estudiante…

  3. Es lindo que los amigos recuerden momentos como esos…Los juegos interaños…cuando todos nos reuníamos a tratar de competir en algún deporte, aunque la verdad se nos diera mejor el escribir que el tratar de darle a una pelota.
    Pero ahí estábamos, luchando contra eso e intentando pasar buenos momentos. Bien por ti Dayán, gracias por continuar cronicándolo…No dicen que recordar es volver a vivir?

  4. Muy bueno tu articulo sobre los Interaños, pero… por que no pusiste una foto tuya??? jajaja!!!

    Me gusto de veras, la verdad es que es un tiempo que se pasa de lo mejor. Aunque fue una pena que terminaran tan rapido…

  5. Negro… quien lo diría… hasta aprendiste a escribir y todo… Menos mal que sacaron la cara en el Volley… Ah!!!!! comparte los teléfonos y direcciones

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